“El verano también es nuestro” del Ministerio de Igualdad y el Instituto de la Mujer ha fallado estrepitosamente en su intento por normalizar la diversidad de cuerpos.
A pesar de tener un mensaje a priori empoderante y normalizador, el cartel anti body shaming se ha visto salpicado por acontecimientos que han puesto en duda la integridad del mismo.
Cuerpos retocados sin consentimiento y acusaciones racistas. Estos son algunos de los motivos por los que esta acción promocional se ha convertido en un verdadero imán de críticas.
Desde el punto de vista feminista y publicitario ¿qué se ha hecho mal y cómo se pueden evitar estos berenjenales?
Poca inclusión: Blanqueamiento y ausencia de consentimiento, los errores monumentales de este cartel
En la pieza de campaña podemos ver un total de 5 mujeres de diferentes tallas, razas y cuerpos en la playa bajo el claim “El verano también es nuestro”.
En principio todo parece en orden, pero ¿qué hay detrás de esta acción aparentemente inofensiva?
Doble polémica. Por un lado, la autora del controvertido cartel utilizó una tipografía con copyright de forma ilegal. Además se sirvió de imágenes de modelos sin su expreso consentimiento.
Desde un principio, no se contó con el consentimiento de las modelos protagonistas de la ilustración.
Por otro lado, sus cuerpos fueron editados para entrar en un canon más normativo, fallando así a la propia promesa de la acción publicitaria.
Es el caso de una mujer con una mastectomía, en vez de dos. U otra con una pierna normativa, en vez de su pierna protésica.
Culto a la autoestima pasado por retoques arbitrarios
De las tres modelos que se han quejado públicamente por aparecer sin permiso en el cartel en cuestión, dos de ellas afirman haber sufrido retoques.
Juliet Fitzpatrick, la persona-inspiración tras la ilustración de la mujer sin un pecho, en la vida real tiene una doble mastectomía.
La británica aseguró a la BBC que el rostro de la persona ilustrada en cuestión está extraído de su retrato tomado por la fotógrafa Ami Barwell. Sin embargo, su cuerpo ha sido modificado a gusto del editor.
Esto no es todo. La modelo Sian Lord ha denunciado simultáneamente aparecer en el cartel de la campaña.
En este caso su pierna protésica ha sido editada por una normativa. Invisibilizando su condición, también se le agregó vello corporal, inexistente en el cuerpo real de la modelo.
En definitiva, lo que empezó como un culto a la autoestima se ha convertido en un blanqueo a favor del “cuerpo femenino real”.
3 pasos para practicar una representación publicitaria responsable e inclusiva
1 – Representación real, sin peros que valgan
El blanqueamiento normativo de ciertas figuras en medios masivos es una auténtica bomba para los colectivos infrarrepresentados.
Alguien con doble mastectomía merece ser igual de visible que otra con un único pecho.
La conducta detrás de los retoques en el cartel sugiere una “normalización intermitente”, algo así como “sin tetas pero no mucho”, “un poco de vello y ya está”.
La fuerza de la representación reside en plasmar la realidad tal como es, para poner el foco en aquellos aspectos que son invisibles en el día a día.
Si maquillas la realidad, contribuyes a ocultarla.
2 – No metas a todos en el mismo saco
Enmarcado en verano, donde muchas personas sufren body shaming debido a sus cuerpos no acordes al canon de belleza existente, meter a una persona racializada en la ecuación es un acto incoherente y excluyente.
No todas las luchas sociales se pueden meter en un mismo saco.
Nyome Nicholas-Williams, modelo cuya imagen ha sido robada para el cartel, afirmaba en su cuenta de Instagram que “el Gobierno español ha utilizado mi imagen sin permiso”, además de calificar de “muy irrespetuoso” el gesto incoherente de poner una mujer negra en un cartel sobre la diversidad de los cuerpos.
De acuerdo con la damnificada: “es sólo un recordatorio de que, como mujer negra, mi cuerpo todavía sigue vigilado y, como mujeres en general, nuestros cuerpos aún no son nuestros”.
Poner a la misma altura la gordofobia y una persona racializada sugiere que el canon excluye a cualquier persona que no sea blanca, suposición que no debe deducirse de una pieza de tales dimensiones.
3 – Copyright a rajatabla
De acuerdo con el artículo 18 de la Constitución Española, se garantiza el derecho a la propia imagen. Cada persona es dueña exclusiva de su propia imagen.
Atentar contra este principio supone violar el derecho al consentimiento.
Asegúrate en todo momento de no estar infringiendo esta simple regla: si no es tuyo, pide permiso.
Lo mismo ocurre con las tipografías de uso no libre. Miles de diseñadores trabajan a diario para crear herramientas que luego puedan ser empleadas en ámbitos publicitarios. Respetar su trabajo no es motivo de debate.